Las definiciones de Hugo Moyano, las
indefiniciones de Daniel Scioli y la inminente e irreversible desmonopolización
mediática. Moyano no descarta “un paro general contra el gobierno nacional”;
los medios hegemónicos cubren minuto a minuto la evaluación del mercado ilegal
del dólar y el gobernador de Córdoba se sumaba al cacareo. Por Víctor Ego Ducrot (*)
La transnacional que
muchos consideran correctora de los disgustos estadounidenses a la hora de
tomarse un cafecito, pues influyó para que, dicen, los mismos dejen de parecer
lavativas negruzcas; esa transnacional, quería referir, nos regaló el lunes una
nota de patético humor respecto de quienes añoran que todo se haga en el
exterior y aquí se importe, a contramano del empleo y del valor agregado para
la economía en que vivimos; y sugirió una nueva línea de análisis para el
escenario argentino. Con ustedes “la parábola Starbucks”.
Lástima que no fue chiste sino que lo dijeron en
serio. “Es al revés, Starbucks, no te disculpes. Muchas gracias”, fue el título
con el que la agencia pública de noticias de la provincia de Buenos Aires –
www.agepeba.org– ironizó en torno a un comunicado emitido por la corporación
nacida en Seattle, en 1971, y que en su página digital dice que sus empleados
son partners (socios), a lo cual y tras una consulta breve al respecto, uno de
sus jóvenes trabajadores en esta capital me contestó: ¿Usted me está jodiendo,
verdad?
“Es insólito pero sucedió. La cafetería
transnacional pidió disculpas a sus clientes por tener que usar vasos
descartables de industria nacional y, como si fuera poco, para el portal de
noticias InfoBae (y otros medios que se alinean con los discursos hegemónicos),
el tema mereció ubicación destacada, adjudicando ‘el problema’ a las ‘trabas a
las importaciones’. Los mismos aprovecharon la oportunidad para lanzar críticas
a la política económica del gobierno nacional, tendiente a proteger la
producción y puestos de trabajo en el medio de una de las crisis sistémicas mas
importantes de la economía global hegemónica”, comentó AgePeBA.
En un remarcable artículo publicado ayer en APAS
(Agencia Periodística de Argentina y América Latina) –“Tiempo de descuento”, es
su título– el colega Ernesto Espeche, escribió: “Existe una relación posible
entre las definiciones de Hugo Moyano, las indefiniciones de Daniel Scioli y la
inminente e irreversible desmonopolización mediática. Dividir el frente
político oficialista, la última gran arremetida de las corporaciones.” En ese
sentido, la gran apuesta del poder mediático consiste en enfrentar al gobierno
nacional con sectores sindicales y gobiernos provinciales; y “con los límites
de la lógica televisiva, se fogonea la idea de aislamiento de la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner. Se pretende generar un clima de disgregación y
achicamiento del entorno oficial. El combo incluye, de modo alternado,
denuncias infundadas de corrupción, datos imprecisos sobre estancamiento
económico y alarmas estruendosas sobre la estabilidad cambiaria”.
Ayer a la mañana, Moyano no descartaba “un paro
general contra el gobierno nacional”; los medios hegemónicos cubrían minuto a
minuto la evaluación del mercado ilegal del dólar y el gobernador de Córdoba se
sumaba al cacareo: “Es más fácil sacar un documento de cambio de sexo que
comprar dólares (…). Estuve hablando con Scioli y creo que tiene que defender
los derechos de su provincia”, decía un sonriente José Manuel de la Sota.
Esa operación tiene fecha de referencia y la
cuenta regresiva se dirige hacia el 7 de diciembre, día en que comenzará la
total aplicación del artículo 161 de la llamada Ley de Medios, la jornada
maldita para el Grupo Clarín, el claro comando estratégico de Moyano, quien
tampoco dudó en apelar a uno de los argumentos y objetivos esenciales de la
estrategia neoliberal restauradora, la licuación del Estado: se sumó a la
campaña contra las estadísticas y cifras oficiales, lo cual haría suponer que
“su CGT” pasará a ser una especie de ONG, de esas financiadas por poderes
corporativos privados y públicos, usinas discursivas de toda aspiración
destituyente o neogolpista.
Por lo pronto, el actual romance entre el jefe
camionero y Scioli puede descifrarse con las mismas claves políticas –no son
económicas – que sirven para explicar los faltantes en caja que condujeron al
gobernador hacia el desaguisado de los aguinaldos: el nuevo socio gremial de
Moyano, el líder de la entidad que le garantiza trabajadores en negro a las
patronales rurales, el famoso “Momo” Venegas, actuó como intermediario para
nada desinteresado en los diálogos que la “mesa de enlace” mantuvo entonces con
el jefe de estado provincial, para que este al final concluya con una ley de
revalúo territorial lavadita y a gusto de los dueños de las tierras que, como
las vaquitas, siguen siendo ajenas.
Los profetas de “la parábola Starbucks” son
ambiciosos. Desde el búnker del Grupo Clarín ajustan líneas y le recomendaron a
Moyano que se suba al carro de las demandas por “seguridad”, toda vez que ellas
son de especial vitalidad a la hora de construir mal humor social, siempre y
cuando la factura se la puedan pasar al gobierno nacional. El jefe camionero
aceptó la orden y sumó el tópico a su agenda, en la misma sintonía desde la
cual Scioli protege a golpe de pesadas espadas a su ministro de inseguridad e
injusticia, Ricardo Casal, sin que nada le importen voces expertas y otras surgidas
de entre quienes investigan casos policiales de resonancia.
Hace pocos días, Marcelo Saín le dijo al medio
digital Cosecha Roja: “Hay un vínculo entre la policía plebeya y el delito que
tiene que ver con la liberación de zonas, la regulación de robos, y hay un tipo
de protección de la alta policía, del comisariato, a mercados ilegales y a
delitos de alta rentabilidad. Por arriba y por abajo hay un grado de
intervención muy fuerte de la policía en actividades criminales, que explican
que, por ejemplo, menores de barrios extremadamente carenciados del Gran Buenos
Aires vayan a robar a barrios híper protegidos de zonas ricas.” Por su parte,
la secretaria de la comisión del Senado provincial que investiga el llamado
“caso Candela”, Marta Arriola, dijo: “La Bonaerense se autogobierna. Nuestra
investigación muestra una matriz donde no funcionó la policía ni tampoco el
fiscal a cargo (…). Fue falta también de conducción del Ministerio de
Seguridad, porque cuando vemos que hay conducción política entonces se entraman
de otras formas las relaciones de, en este caso, el Ministerio Público Fiscal y
el Ministerio de Seguridad. Aquí no se dio en ningún caso que esto funcionara
de esta manera, y se terminó en cualquier lado.”
Anoche, desde su programa en el canal TN, el amigo
de los torturadores en Tucumán durante la dictadura, el todoterreno Joaquín
Morales Solá, ajustaba clavijas: sentó al empleado de Héctor Magnetto y asesor
de Repsol y de Daniel Scioli, Alberto Fernández. No hubo sorpresas: críticas al
gobierno nacional y elogios a discreción para el gobernador y para el jefe de
los camioneros, para que nadie se pierda las enseñanzas de “la parábola
Starbucks”; a ver si logran su objetivo antes del 7 de diciembre.
(*) Nota publicada hoy por el diario Tiempo Argentino - Gentileza agepeba.
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